En la ciudad de Reims, en Neustria (hoy Francia), san Rigoberto, obispo, que habiendo sido
expulsado de su sede por Carlos Martel, en contra de lo dispuesto por los cánones, llevó una
vida humilde.
Nació al final del siglo VII (fecha y lugar desconocidos) y murió en Reims hacia el año 745.
En su primera biografía (siglo IX) se dice que fue Abad del monasterio benedictino de Orbais. Después fue arzobispo
de Reims de donde fue desterrado por el gobierno a Gascuña. Regresó a Reims donde murió.
En 864 Hincmar trasladó sus restos a la iglesia en donde actualmente se le venera.
Resaltaron en el la piedad, el servicio, vida ascética y la oración. Se le atribuyen milagros que le valieron fama de
santo, aún antes de su muerte.
Durante el Medioevo se le invocaba contra los males de dientes y de la boca, así como contra las congestiones pulmonares.
En la iconografía se le presenta normalmente como arzobispo; sus atributos principales son la mitra, el báculo y ona
oca.