A los 35 años dejó la carrera de derecho tras una frustrante experiencia en la que se le ofreció un soborno, que rechazó, como correspondía, pero que le significó una decepción
terrible sobre la justicia terrenal: corrupción, prebendas, juegos de interés, manipulación. Fidel -nombre que adquiriría en la vida religiosa- comenzó un acercamiento a Dios
muy fuerte y decidió hacerse fraile capuchino. Después de recibir los votos en Friburgo (Alemania), siendo ya sacerdote, repartió sus bienes entre los pobres y la diócesis a la
que fue adjudicado. Fidel organizó un fondo para costear los estudios de los seminaristas pobres.
QUE EL HERMANO QUE ESTÁ LEJOS, VUELVA
En Friburgo logró la conversión de muchos protestantes, en buena parte gracias a su predicación “elocuente, de buen sentido, concienzuda”, tal y como lo testimonian algunos
de sus biógrafos. Gran impresión dejó entre la gente cuando la peste del cólera golpeó la ciudad, pues se dedicaba día y noche a asistir a los enfermos. Para el santo, la cuestión
era hacer presente a Dios en esos momentos cuando justamente “parece” que no está.
San Fidel alternó la predicación con el cargo de guardián. Sucesivamente trabajó en los conventos de Friburgo, Rheinfelden y Feldkirch. Presidiendo la comunidad de este
último, fue destinado a la misión de la Alta Rezia en Suiza, donde encontraría el martirio.
El 24 de abril del año 1622, después de reunirse a dialogar en Seewis con un grupo de líderes protestantes, habiendo predicado en aquella reunión con gran acierto, un grupo de
hombres de la comuna lo emplazó violentamente y le exigió que abjurara de la fe católica. El santo se negó rotundamente a hacerlo y fue derribado a tierra desde el caballo que
montaba. La turba enloqueció y el fraile terminó asesinado a puñaladas y golpes de espada.
San Fidel de Sigmaringa fue canonizado el 26 de junio de 1746 por el Papa Benedicto XIV.
https://www.aciprensa.com/
https://www.santopedia.com/