Tercer sucesor de Pedro. Nacido en Roma, fue elegido en el 88, murió mártir en el 97. Exiliado
por el emperador Trajano del Ponto, fue arrojado en el mar con un áncora al cuello.
La comunidad cristiana de Corinto, radicada en una de las ciudades más cosmopolitas, dio
-mezclados con muchas
alegrías-, algunos motivos de preocupación; ya en tiempos del apóstol Pablo que adoctrinó a los
primeros hubo problemas
con algunos cristianos que perdían su fuerza por la boca y se mostraron indisciplinados. Años
después se
repitió la historia de los carismáticos que no aceptaban someterse a la autoridad de los
legítimos pastores. El papa
Clemente tuvo que intervenir en esos episodios poco agradables, molestos y preocupantes; era
preciso corregir la
desunión y evitar el peligro cismático.
Clemente I, obispo de Roma durante diez años, mandó a aquellos fieles una espléndida carta que
llevaron Claudio
Efebo, Valerio y Fortunato. Está escrita en griego, que era entonces el idioma oficial, y
transportaba a Corinto la
paternal recomendación de practicar la caridad fraterna. No figura en el escrito el nombre de su
autor, pero el análisis
interno induce a pensar casi con certeza que el autor, al ser obispo y de Roma, debe ser el papa
Clemente, el
cuarto papa, tercer sucesor de Pedro, después de Lino y Cleto, por eso se le atribuye con toda
probabilidad. De
hecho, así lo entendieron Eusebio de Cesarea que califica la carta como "universalmente
admitida, larga y admirable",
Orígenes y el resto de los escritores eclesiásticos.
Clemente está incluido en el Canon de la Misa y aparece mencionado en los antiguos calendarios.
Algunas Actas legendarias -con toda probabilidad falsas- lo presentan emparentado con la familia
imperial, como si fuera primo de Domiciano, o pariente de aquel Flavio Clemente
al que mandó matar el emperador por el crimen de "ateísmo". Otros testimonios aducen su
condición de liberto de la casa Flavia; unos afirman que procedía del paganismo,
mientras que otros lo presentan con ascendencia judía. Hay quien lo quiere identificar con el
homónimo mencionado por al Apóstol Pablo en la carta a los filipenses como
colaborador suyo, y hasta afirma alguno más que fue convertido en Roma por la predicación de
Pedro.
Nombre:
Clemente (Masculino)
Celebran:
Clemente
Falleció:
En Corinto, en el actual Grecia
Celebración:
23 de noviembre
Sea como fuere, a través del escrito se ve la fina figura de un papa conocedor del Antiguo y Nuevo
Testamento y bien experimentado en el espíritu de oración. Habla de forma
arrebatada de la fe, origen de la disposición humilde de donde nace la aceptación de la autoridad;
expone -con la seguridad que dan las disposiciones divinas y no las componendas
humanas- la existencia de la autoridad jerárquica proveniente de la voluntad fundacional de Cristo,
y llama a la comunidad universal de los creyentes "cuerpo de Cristo" y
"rebaño"; no falta el recurso a la "tradición recibida" para llegar a la concordia de la fe y
recuperar la paz.
Es admirable descubrir con nitidez la conciencia de su autoridad y de su obligación universal al
intervenir en uno de los primeros conflictos, en virtud de su suprema autoridad.
Con tono dignísimo y de gran solicitud paternal, Roma ordenó y fue obedecida.
La carta se considera tan autorizada por los destinatarios que sesenta años más tarde aún se leía a
los fieles, en la asamblea dominical, según consta por testimonio de Dionisio
de Corinto.
Párrafos de la carta de Clemente dan a entender que se escribió al finalizar una de las
persecuciones, probablemente la de Domiciano, emperador al que el poder lo cambió inesperadamente
de pacífico a cruel.
Clemente murió mártir al final del siglo I.
En torno a su muerte tampoco falta el relato imaginativo de las actas tardías (s. IV) configuradas
con una frondosa literatura que intenta realzar la figura del santo. Suponen que
el emperador Trajano le desterró al Quersoneso, en Crimea, condenándole a trabajos forzados en una
cantera, por negarse a dar culto a los ídolos. La leyenda referirá abundancia
de hechos prodigiosos como el haber sido arrojado al agua en el mar Negro con un ancla atada a su
cuello; pero un ángel enviado por Dios hizo en el fondo del mar un magnífico
sepulcro de mármol; cada aniversario de su muerte podían los fieles visitarlo a pie seco y cuando
una madre olvidó en una ocasión allí a su hijo, lo encontró al año siguiente
vivo.
El ancla que está presente en su iconografía más bien nos sugiere la firmeza de la fe y la seguridad
de la unidad de las que fue Clemente eminente campeón con su enérgica defensa
al mantener el principio de la autoridad primacial de la sede romana. En medio de las persecuciones,
es el obispo de Roma la indiscutible voz suprema del magisterio.