En Amasea, en el Helesponto, pasión de san Teodoro, soldado, que bajo el emperador Maximiano,
por confesar abiertamente su fe cristiana, fue terriblemente azotado, recluido en la
cárcel y finalmente quemado vivo. San Gregorio de Nisa cantó las alabanzas de este santo, en
uno de sus discursos.
En la ciudad Amasea, en la provincia Panonia, en los tiempos de las persecuciones del emperador Maximiano (años
286-305), un guerrero llamado Teodoro, junto con otros cristianos a quienes intentaron obligar a abjurar a Cristo y
hacer un sacrificio a los ídolos, desafío la autoridad del emperador. (El sobrenombre Tiro significa en latín «recluta
»).
Al negarse a renegar de su, Teodoro fue sometido a crueles martirios y encerrado en la cárcel. Ahí, durante la oración,
él fue consolado con la milagrosa aparición del Señor Jesús. Poco tiempo después lo sacaron de la cárcel y
con diferentes torturas nuevamente querían obligarlo a abjurar a Cristo.
Finalmente, viendo su firmeza, el gobernador lo condenó a la hoguera. Sin ningún temor, San Teodoro subió a la
hoguera y orando y glorificando a Dios entregó su alma. Fue cerca del año 306. Su cuerpo fue sepultado en la
ciudad de Eujaita (actualmente Marcivan en Asia Menor) Más tarde sus reliquias fueron trasladadas a Constantinopla
a la Iglesia consagrada a su nombre. Su cabeza se encuentra en Gaeta, Italia.