En esa ocasión, al tratarse otros temas de Iglesia, tuvo el obispo Pafnucio la ocasión de dar
muestras de profunda humanidad. El hombre que venia del más duro rigor del desierto
y podía exhibir en su cuerpo la marca de la persecución se mostró con un talante más amplio,
abierto, moderado y transigente que los padres que no conocían la dureza de la
Tebaida ni los horrores de la amenaza, ni la vejación.
Numerosos padres conciliares pretendieron imponer que los obispos, presbíteros y diáconos casados
dejaran a sus esposas para ejercer el ministerio. El obispo curtido en la dura
ascesis anacoreta se opuso a tal determinación haciendo que se fuera respetuoso con la disciplina de
la época: autorizar el ejercicio del Orden Sacerdotal a los ya casados y no permitir
casarse después de la Ordenación.
Fuente:https://es.catholic.net/