están en el Cielo y las almas de los que se
purifican en el Purgatorio. Así como el 1° de noviembre honramos a los que ya están con Dios, el
2 de noviembre conmemoramos a todos los fieles que han fallecido. Los honramos
por su fidelidad en vida y rezamos por ellos porque se están purificando antes de ingresar en la
Presencia Santísima de Dios. Como afirma el libro del Apocalipsis (21,27)
acerca de la Jerusalén celestial: “Nada profano entrará en ella”.
¿LA IGLESIA CATÓLICA TODAVÍA CREE EN EL PURGATORIO?
Desde los primeros tiempos de la Iglesia, los católicos han creído que existe un lugar donde se
da la purificación final de los fieles que han fallecido. Se reconoce que quienes
mueren mártires ya están en presencia de Dios porque quedan perfectamente conformados con Cristo
y Su Cruz por el martirio. Para los muchísimos creyentes que no han tenido
la oportunidad de dar tal testimonio público, la Iglesia ofrece oraciones, en particular la
Misa, para que, una vez purificados de toda imperfección, puedan entrar en el Cielo.
Esto puede encontrarse en muchos textos antiguos, así como el testimonio en las catacumbas y las
tumbas. En la Edad Media, se desarrolló la explicación teológica y se empezó
a utilizar el nombre de Purgatorio, y describe bien la creencia de la Iglesia desde sus
comienzos hasta ahora.
Todo el que muere en gracia y amistad con Dios, pero todavía falto de una purificación perfecta,
ya tiene asegurada la salvación eterna, pero, antes de entrar en el gozo del Cielo,
debe alcanzar la santidad necesaria a través de una purificación. La Iglesia da el nombre de
Purgatorio a esta purificación final de los elegidos… (Catecismo de la Iglesia Católica,
n° 1030-1031).
¿ES UN TÉRMINO BÍBLICO, “PURGATORIO”?
La palabra Purgatorio no aparece en la Biblia. Aunque no de manera plena, la posibilidad de una
purificación luego de la muerte ciertamente aparece. Por ejemplo, en el libro
de los Macabeos, Judas Macabeo envía una ofrenda al Templo en nombre de sus hombres caídos que
han cometido un acto supersticioso (2 Mac 12,39-45). Este texto, presente
en la Biblia católica y no en la protestante porque se lo quitó en la Reforma, da muestra de la
fe de Israel en el siglo II A.C.
En el Nuevo Testamento, el Señor exhorta a acomodar cualquier asunto pendiente antes de
presentarse ante el juez para no ser puestos en presión, donde se permanecerá hasta
que se pague la deuda.
Ponte en seguida a buenas con tu adversario mientras vas con él por el camino; no sea que tu
adversario te entregue al juez y el juez al guardia, y te metan en la cárcel. Yo te aseguro:
no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último céntimo. (Mt 5,25-26)
Un principio básico de justicia dicta que las deudas deben saldarse. Nuestra deuda con Dios es
imposible de pagar porque es infinita. Cristo pagó esa deuda, uniendo nuestra
naturaleza a Su naturaleza divina; y nosotros recibimos el perdón cuando vamos a Él arrepentidos
a través de quienes Él designó para ese fin (Jn 20,21-23; 2 Cor 3,5-6). La culpa
temporal, debida a las consecuencias en nosotros, en los demás, en el buen orden de la sociedad,
permanece y debemos remediarla en lo que esté a nuestro alcance –devolviendo
lo robado, corrigiendo el daño en el buen nombre de alguien, pidiendo perdón si herimos a
alguien física, emocional o moralmente, etc.- si no en esta vida, en la futura. Estas
deudas que está a nuestro alcance reparar son las que no podemos dejar de lado, sea en esta vida
o luego de la muerte.
¿CUÁL ES EL ORIGEN DE LA FIESTA DE TODOS LOS FIELES DIFUNTOS?
Desde sus primeros tiempos, la Iglesia recordaba en la Misa las almas de los que habían partido.
Esto se hacía inscribiendo sus nombres sobre tablas. Esto es equiparable a lo
que en todas las Misas de hoy en día es la oración por los fieles que han partido en Cristo,
conocida como Memento Domine, así como la práctica de ofrecer misas por alguna persona
en particular. La celebración de un día en especial para esta conmemoración comenzó en algunos
monasterios en el siglo VI; y hacia el siglo X, la idea ya se había expandido
a nivel diocesano con una fecha específica: 2 de noviembre, el día después de la Fiesta de Todos
los Santos. Esta fecha fue adoptada ya en Roma en el siglo XIII.
¿SE CONMEMORA LO MISMO EN LA FIESTA DE TODOS LOS SANTOS QUE EN LA DE TODOS LOS DIFUNTOS?
La Fiesta de Todos los Santos es el 1° de noviembre, en la cual se honra a todos los fieles que
están en el Cielo.
El 2 de noviembre, la Fiesta de Todos los Fieles Difuntos, rezamos por las santas almas que se
encuentran en el Purgatorio, purificándose para entrar al Cielo.
¿Qué se hace el día de Todos los Fieles Difuntos?
Si bien no es un día de precepto, es buena idea ir a la Misa que se reza especialmente por todas
las almas del Purgatorio. Además, deberían dedicarse algunos momentos del día
para rezar por los seres queridos difuntos y por aquellos que no tienen quién rece por ellos.
Es una honrosa costumbre, también, visitar las tumbas de los seres queridos fallecidos ese día,
tanto para rezar en el lugar donde se encuentran sus restos, santificados por los
sacramentos que han recibido en vida y en espera ahora de la Resurrección general, y dejar allí
alguna muestra de afecto, como flores, para adornar la tumba.
¿QUIÉNES VAN AL PURGATORIO?
Quienes mueren en estado de gracia pero sin haber purificado todo apego al pecado van al
Purgatorio. Cristo nos mandó: “Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro
Padre celestial” (Mt 5,48). Así la purificación de toda imperfección, que incluso los justos
todavía tienen al momento de su muerte, es necesaria antes de entrar en la Presencia
del Padre.
¿CÓMO ES EL PURGATORIO?
El Papa San Juan Pablo II, en tres prédicas acerca del Cielo, el Infierno y el Purgatorio,
explicó cómo, en esencia, esas realidades no son un “lugar” que existe en el espacio y
el tiempo sino una relación del alma con Dios, que es Amor. Dios siempre ofrece Su Amor.
Nosotros podemos elegir aceptarlo de manera perfecta; o bien aceptarlo, pero de
manera imperfecta. También podemos elegir rechazar el Amor que Dios nos ofrece.
La opción que cada uno hace, sea cual fuere, queda fija luego de la muerte, cuando se acaba la
posibilidad de hacer una opción moral. Esto determina nuestra relación eterna
con Dios. El amor a Dios en el alma santa se experimenta como gozo, y como fuego en el alma que
ansía a Dios mientras es purificada; fuego que es mitigado por la certeza de
que un día estará con Dios y por el consuelo que recibe de los ángeles, los santos y las
personas que rezan por ella en la tierra.
San Pablo menciona el destino de los justos cuando se refiere al último día de la historia de la
humanidad. En 1 Corintios 3,12-15, leemos:
Y si uno construye sobre este cimiento con oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, paja, la
obra de cada cual quedará al descubierto; la manifestará el Día, que ha de revelarse
por el fuego. Y la calidad de la obra de cada cual, la probará el fuego. Aquél, cuya obra,
construida sobre el cimiento, resista, recibirá la recompensa. Mas aquél, cuya obra quede
abrasada, sufrirá el daño. El, no obstante, quedará a salvo, pero como quien pasa a través del
fuego.
Para la mayor parte del género humano, el “Día” del juicio será el último día de su vida, no el
último día de la historia. Lo que Cristo reservó para purificar a los justos que sobrevivan
hasta el fin de los tiempos también purificará a los justos que mueran antes de ese tiempo; y
asimismo castigará a los injustos mediante el fuego.
¿QUÉ DICEN LAS ESCRITURAS ACERCA DEL PURGATORIO?
El pensamiento del judaísmo del siglo II A.C. se ve reflejado en el Segundo Libro de los
Macabeos 12,41-45:
Bendijeron, pues, todos las obras del Señor, juez justo, que manifiesta las cosas ocultas, y
pasaron a la súplica, rogando que quedara completamente borrado el pecado cometido.
El valeroso Judas recomendó a la multitud que se mantuvieran limpios de pecado, a la vista de lo
sucedido por el pecado de los que habían sucumbido. Después de haber reunido
entre sus hombres cerca de 2.000 dracmas, las mandó a Jerusalén para ofrecer un sacrificio por
el pecado, obrando muy hermosa y noblemente, pensando en la resurrección.
Pues de no esperar que los soldados caídos resucitarían, habría sido superfluo y necio rogar por
los muertos; mas si consideraba que una magnífica recompensa está reservada
a los que duermen piadosamente, era un pensamiento santo y piadoso.
En Mateo 5,25-26, Cristo se refiere a Sí Mismo como Juez y menciona Su medida de Justicia:
Ponte en seguida a buenas con tu adversario mientras vas con él por el camino; no sea que tu
adversario te entregue al juez y el juez al guardia, y te metan en la cárcel. Yo te aseguro:
no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último céntimo.
Sobre el perdón en el otro mundo, Cristo dice en Mateo 12,32:
Y al que diga una palabra contra el Hijo del hombre, se le perdonará; pero al que la diga contra
el Espíritu Santo, no se le perdonará ni en este mundo ni en el otro.
Acerca de la Santidad del Padre, Cristo afirma en Mateo 5,48:
Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial.
En el libro del Apocalipsis (21,26), San Juan se expresa acerca de la santidad de la Jerusalén
celestial:
… y traerán a ella el esplendor y los tesoros de las naciones. Nada profano entrará en ella, ni
los que cometen abominación y mentira, sino solamente los inscritos en el libro de
la vida del Cordero.
Sobre la purificación de nuestros actos de parte de Dios, San Pablo afirma en el Primer Libro de
los Corintios (3,12-15):
Y si uno construye sobre este cimiento con oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, paja, la
obra de cada cual quedará al descubierto; la manifestará el Día, que ha de revelarse
por el fuego. Y la calidad de la obra de cada cual, la probará el fuego. Aquel, cuya obra,
construida sobre el cimiento, resista, recibirá la recompensa. Mas aquél, cuya obra quede
abrasada, sufrirá el daño. El, no obstante, quedará a salvo, pero como quien pasa a través del
fuego.
¿POR QUÉ SE HABLA DE LA MUERTE COMO “DESCANSO”?
En las Escrituras se usa el término “dormir” para referirse a la muerte en Cristo (1 Cor 15,20).
El descanso eterno es lo que se desea a las almas: que descansen en Dios hasta el
día de la Resurrección al final de los tiempos.
¿SE PUEDE REZAR POR LOS DIFUNTOS?
Las santas almas no pueden rezar por ellas mismas y necesitan de nuestras oraciones. No hay que
dar por sentado que una persona ha ido al encuentro con Dios inmediatamente;
incluso quienes luego fueron canonizados murieron con necesidad de que se rezara por ellos y se
celebraran Misas en su nombre.
Si bien la Iglesia no reza litúrgicamente por quienes han llevado vidas escandalosas y han
muerto en esa condición, sus familiares y amigos ciertamente pueden rezar por ellos
con la esperanza de que sus seres queridos hayan tenido una conversión en el último minuto. Si
esas oraciones no pueden beneficiar a la persona por la cual se rezan, igualmente
tienen mérito para quien las dice.
Sin duda no es necesario rezar por quienes ya están canonizados; y quienes están en el Infierno
ya no pueden ser alcanzados por la misericordia de Dios.
¿QUÉ SON LAS INDULGENCIAS?
Las indulgencias son una participación en el tesoro de los méritos de Cristo y los santos, que
la Iglesia aplica a la remisión de la pena temporal del pecado, cuya culpa eterna ya
ha sido perdonada en el Sacramento de la Reconciliación (por los méritos de la Pasión, Muerte y
Resurrección de Cristo).
Incluso los pecados perdonados tienen una pena temporal que requiere una reparación por
justicia. Si no fue satisfecha en vida, deberá ser reparada en el Purgatorio (Mt 5,25-26).
Por lo tanto, la Iglesia habla de las indulgencias como un efecto del tribunal de la
misericordia, el Sacramento de la Penitencia (CIC 1471). Una indulgencia es un perdón dado
por Cristo a través de la Iglesia, por hacer ciertos actos de oración, penitencia o caridad
establecidos por la Iglesia. Además del valor intrínseco del acto ante Dios para la remisión
de la pena temporal, la Iglesia agrega un valor adicional mediante el poder que recibió San
Pedro de (Mt 16,13-19).
Todo católico puede lucrar para sí mismo o aplicar por los difuntos las indulgencies; pero no
puede aplicarla para una persona que esté viva, cuya voluntad es la única que determina
cuánto recibe la misericordia de Dios.
¿CUÁLES SON LAS DOS CLASES DE INDULGENCIA?
La Iglesia estipula cuáles son las obras mediante las cuales que puede ganarse indulgencias. Las
indulgencias pueden ser plenarias o parciales, es decir que pueden remitir el castigo
temporal de los pecados de manera completa o de forma parcial.
¿CÓMO SE GANA LA INDULGENCIA DE LA FIESTA DE TODOS LOS FIELES DIFUNTOS?
Durante el mes de noviembre, la Iglesia ofrece la oportunidad a los católicos de obtener
indulgencias plenarias por la Fiesta de Todos los Fieles Difuntos, con la esperanza de
que se pague la culpa temporal completa de las almas del Purgatorio. El acto que debe cumplirse
puede ser una visita a una iglesia el día de la fiesta y la oración por las santas
almas –al menos un Credo y un Padrenuestro- o bien durante la segunda del 8 de noviembre
visitando un cementerio y rezando por las santas almas. Para cualquiera de las indulgencias
aplican las condiciones normales de cualquier indulgencia: ser católico, estar en estado de
gracia mediante confesión veinte (20) días antes o después, recibir la Eucaristía
preferentemente ese día y rezar por las intenciones del Santo Padre. Si la persona que quiere
obtener la indulgencia plenaria tiene un completo desapego del pecado, gana la
remisión total de la pena temporal. Si el desapego no es completo, se gana igualmente una
remisión o indulgencia parcial. La Iglesia solo permite ganar una indulgencia plenaria
por día. Sin embargo, no hay límites diarios para las indulgencias parciales; y hay muchas
maneras de ganar indulgencias parciales. Además de los actos específicos que la Iglesia
exige para obtener indulgencias parciales o plenarias, el Papa San Pablo VI también concedió
tres formas generales: cualquier oración piadosa, cualquier acto penitencial y
todo acto caritativo que se realice con la intención de ganar una indulgencia parcial.
Durante años, la Iglesia consideró las indulgencias parciales como equivalentes ante Dios a las
penitencias rigurosas que se aplicaban en la Iglesia de los primeros tiempos. El
significado de esta concepción es erróneo: asignar un valor relativo a una indulgencia o una
práctica no es posible porque no puede conocerse el valor que tenían las penitencias
en sí ni la disposición interior de quien hacía el acto para obtener la indulgencia.ve value –
one indulgence to another, since we do not know what value they had, either with respect
to the early practice or the dispositions of the one doing the indulgenced act.
Al reformar, entonces, las leyes sobre las indulgencias, el Papa San Pablo VI abolió la práctica
de asignarles un valor temporal. Hoy en día, toda indulgencia parcial se da como
tal, parcial, dejando toda otra consideración al juicio de Dios.
Así, cuando se encuentre en cualquier libro de oraciones o una estampa alguna oración que asigne
cierta cantidad de días de indulgencia debe considerarse que la oración otorga
una indulgencia parcial. Aunque dichas oraciones no hayan sido promulgadas nuevamente como
oraciones pasibles de obtener indulgencias en la nueva colección de indulgencias
(Enchiridion), mantienen su eficacia para obtener indulgencias parciales según la instrucción
general sobre indulgencias mencionada. Entonces, hayan sido promulgada
nuevamente o no, dichas oraciones obtienen una indulgencia parcial.
¿CÓMO SE REZA POR LOS QUE HAN FALLECIDO?
A lo largo del año, pueden rezarse Misas por las almas del Purgatorio, o la oración diaria o
ponerlas entre las intenciones del Rosario; también se puede rezar por ellas cuando
se pasa cerca de un cementerio. La Madre Angélica decía: “Cada vez que uno pasa por un
cementerio, es bueno decir una breve oración: ‘Dale, Señor, el descanso eterno’. Es
de sentido común ayudar a un alma a salir del Purgatorio”.
El venerable Fulton Sheen expresó: “Cuando vayamos al Cielo, las veremos: una multitud que se
nos acerca y nos agradece. Les preguntaremos quiénes son y nos contestarán:
‘soy una pobre alma por la que rezaste cuando estaba en el Purgatorio’”.
¿QUÉ OTRAS FORMAS HAY DE REZAR POR LAS SANTAS ALMAS DEL PURGATORIO?
Podemos pedir Misas por las almas del Purgatorio, podemos rezar diariamente por ellas y ponerlas
entre las intenciones del Rosario, así como rezar por ellas cuando pasamos
cerca de un cementerio.
¿QUÉ ES UN “ALMA SANTA” DEL PURGATORIO?
Se las llama “santas” o “pobres” almas y se trata de las personas que están en el Purgatorio. Al
llamarlas “santas” se destaca el estado de justicia en el cual murieron; al llamarlas
“pobres” se hace hincapié en su necesidad de oraciones por el proceso de purificación al que
están sometidas.
¿CUÁNTO TIEMPO PERMANECE UN ALMA EN EL PURGATORIO?
El grado de imperfección que requiere purificación es conocido solo por Dios. Pueden mitigarlo
Misas, oraciones, indulgencias, etc., como se describe más arriba. Eso significa
que, aunque considerado relativamente, cada alma necesite un grado distinto de purificación que
determina el “tiempo” que estará en el Purgatorio, nadie puede saber “cuánto
tiempo” es eso.
Algo que complica esa realidad es el hecho de que, aunque el alcance de la purificación puede
compararse en términos de tiempo, esa categoría es solo a los efectos de nuestra
comprensión. El Purgatorio no tiene espacio ni tiempo; esas medidas nos sirven a nosotros porque
así experimentamos la vida, pero no se ajustan a la realidad. Santo Tomás de
Aquino se refiere a la condición de los ángeles, los santos y las pobres almas como que viven un
estado entre el tiempo y la eternidad. A diferencia de Dios, que no cambia (es
eterno), algunas cosas de los santos y los ángeles sí cambian (crecen en su conocimiento de
Dios, por ejemplo). Por lo tanto, los santos y los ángeles experimentan ambas realidades:
a Dios y su condición de creaturas.
NOVENA POR LAS SANTAS ALMAS
Por las Benditas Almas
del Purgatorio
MEDITACIÓN
Dios creó los seres humanos para que disfruten de su Creador viéndole en la Gloria. Sin embargo,
nada manchado puede entrar en el Cielo; por lo cual, quienes no sean perfectos
deberán purificarse antes de ser admitidos en la presencia de Dios. La Iglesia enseña la
existencia del Purgatorio, en donde las almas de los justos que mueren con mancha de
pecado se purifican expiando sus faltas antes de ser admitidas en el Cielo. Entre tanto pueden
recibir ayuda de los fieles que viven en la tierra.
Almas de los justos son aquellas que en le momento de separarse del cuerpo, por la muerte, se
hallan en estado de gracia santificante y por eso tiene derecho a entrar en la Gloria.
EL juicio particular les fue favorable paro necesitan quedar plenamente limpias para poder ver a
Dios "cara a cara".
"Manchas de pecado" quiere decir el castigo temporal que es debido por los pecados mortales o
los veniales, ya perdonados en cuanto a la culpa, pero que en la hora de la muerte
no están totalmente libres de castigo correspondiente a la culpa. "Manchas de pecado" puede
referirse también a los pecados veniales que, al morir, no habían sido perdonados
ni en cuanto a la culpa ni en cuanto a la pena. La Iglesia entiende por Purgatorio el estado o
condición bajo el cual los fieles difuntos están sometidos a purificación.
La doctrina de la Iglesia sobre el Purgatorio encuentra fundamento en la Biblia. EL texto de 2
Macabeos 12,46, da por supuesto que existe una purificación después de la muerte.
Asimismo, las palabras de nuestro Señor: "El que insulte al Hijo del Hombre podrá ser perdonado;
en cambio, el que insulte al Espíritu Santo no será perdonado, ni en este
mundo ni en el otro" (Mt 12,32). Se llega a semejante conclusión en el texto de 1 Corinitios 3,
11-15.
En la Iglesia católica la práctica de rezar por las benditas almas del Purgatorio está basada
sobre la fe en la Comunión de los Santos. Los miembros del Cuerpo Místico pueden
ayudarse unos a otros, mientras estén en la tierra y después de la muerte. Si nos fijamos en las
oraciones litúrgicas de la Iglesia vemos claramente que se invoca con frecuencia
a los Angeles y a los Santos en favor de la Iglesia sufriente o Purgatorio, pero siempre para
que intercedan por ella. Toda persona en estado de gracia puede orar con provecho
por las benditas almas; probablemente es necesario, al menos, hallarse en estado de gracia
santificante para ganar las indulgencias por los difuntos.
El Concilio Vaticano Segundo hizo profesión de fe en la Iglesia Sufriente diciendo: "Este
Sagrado Concilio recibe con gran piedad la venerable fe de nuestros hermanos que se
hallan en gloria celeste o que aun están purificándose después de la muerte".
Aunque no sea doctrina definida, se mantiene como doctrina común que sufrimiento mayor del
Purgatorio consiste en la "pena de ausencia", porque las almas están temporalmente
privadas de la visión beatifica. Sin embargo, no hay comparación entre este sufrimiento y las
penas del Infierno. Es temporal y por eso lleva consigo la esperanza de ver
a Dios algún día cara a cara. Las almas lo llevan con paciencia, pues comprenden que la
purificación es necesaria. La aceptan generosamente por amor de Dios y con perfecta
sumisión a su voluntad.
Es probable que las penas del Purgatorio van disminuyendo gradualmente de manera que en las
etapas finales no podemos comparar los sufrimientos de este mundo con los que
padece un alma próxima a la visión de Dios. Pero las almas experimentan también inmensa alegría
espiritual. Están totalmente ciertas de su salvación. Tiene fe, esperanza y caridad.
Saben que ellas mismas están en amistad con Dios, confirmadas en gracia y sin poder
ofenderle.
Aunque las almas en el Purgatorio no pueden merecer, sin embargo pueden orar y obtener el fruto
de la oración. El poder de su oración depende del grado de santidad. Es cierto
que pueden orar por los que viven en la tierra. Por la Comunión de los Santos entendemos que
están unidas a la Iglesia militante. Debemos animarnos a invocar su ayuda con la
confianza de que ellas nos escuchan. Entienden perfectamente nuestras necesidades, por que las
experimentaron y porque están agradecidas a las oraciones, sacrificios y santas
Misas que ofrecemos por ellas.
LA PALABRA DE DIOS
Después de haber reunido entre sus hombres cerca de 2.000 dracmas, las mandó a Jerusalén para
ofrecer un sacrificio por el pecado, obrando muy hermosa y noblemente, pensando
en la resurrección.
Pues de no esperar que los soldados caídos resucitarían, habría sido superfluo y necio rogar por
los muertos; mas si consideraba que una magnífica recompensa está reservada
a los que duermen piadosamente, era un pensamiento santo y piadoso.
Por eso mandó hacer este sacrificio expiatorio en favor de los muertos, para que quedaran
liberados del pecado (2Mc 12, 43-46).
Y al que diga una palabra contra el Hijo del hombre, se le perdonará; pero al que la diga contra
el Espíritu Santo, no se le perdonará ni en este mundo ni en el otro. (Mt 13, 32).
Pues nadie puede poner otro cimiento que el ya puesto, Jesucristo. Y si uno construye sobre este
cimiento con oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, paja, la obra de cada
cual quedará al descubierto; la manifestará el Día, que ha de revelarse por el fuego. Y la
calidad de la obra de cada cual, la probará el fuego (1Cor 3, 11-13).
ORACIONES
Oración propia de la novena
Padre Misericordioso, en unión con la Iglesia Triunfante del Cielo, te suplico tengas piedad de
las almas del Purgatorio. Recuerda tu eterno amor por ellas y muéstrales los infinitos
méritos de tu amado Hijo. Dígnate librarles de penas y dolores para que gocen de paz y
felicidad. Dios, Padre celestial, te doy gracias por el don de perseverancia que has concedido
a las almas de los fieles difuntos.
Amable Salvador, Jesucristo. Eres el Rey de reyes en el país de la dicha. Te pido que por tu
misericordia oigas mi oración y liberes las almas del Purgatorio, en particular,
N……..Llévalas de la prisión de las tinieblas a la luz y libertad de los hijos de Dios en el
reino de tu gloria. Amable salvador, te doy gracias por haber redimido las pobres almas
con tu preciosísima Sangre, salvándolas de la muerte eterna.
Dios Espíritu Santo, enciende en mi el fuego de tu divino amor. Aviva mi fe y confianza, acepta
benignamente las oraciones que te ofrezco por las almas que sufren en el Purgatorio.
Quiero aplicar los méritos de esta devoción en favor de toda la Iglesia Sufriente y en especial
por mis difuntos padres, hermanos, hermanas, bienhechores, parientes y
amigos. Atiende mi plegaria para que podamos reunirnos en el Reino de tu gloria.
Dios Espíritu Santo, te doy gracias por todos los beneficios con que has santificado,
fortalecido y aliviado a estas benditas almas y en especial por consolarlas en los actuales
sufrimientos con la certeza de la felicidad eterna. Que pronto se unan contigo y oigan aquellas
benditas palabras que las llaman al hogar del Cielo: "¡Vengan, los Bendecidos por
mi Padre! Tomen posesión del Reino que ha sido preparado para ustedes desde el principio del
mundo" (Mt 25,34).
Por los padres difuntos
¡Oh Dios! Nos mandaste honrar padre y madre. Por tu misericordia, ten piedad de mi padre (madre)
y no recuerdes sus pecados. Que yo pueda verlo (la) de nuevo en el gozo de
eterno fulgor. Te lo pido por Cristo nuestro Señor. Amén.
Por la familia
¡Oh buen Jesús! El dolor y sufrimiento de los demás conmovía siempre tu corazón. Mira con piedad
las almas de mis queridos familiares del Purgatorio. Oye mi clamor de compasión
por ellos y haz que aquellos a quienes separaste de nuestros hogares y corazones disfruten
pronto del descanso eterno en el hogar de tu amor en el Cielo.
Oración
¡Oh Dios! Nuestro Creador y Redentor, con tu poder Cristo conquistó la muerte y volvió a Ti
glorioso. Que todos tus hijos que nos han precedido en la fe (especialmente N…..)
participen de su victoria y disfruten para siempre de la visión de tu gloria donde Cristo vive y
reina contigo y el Espíritu Santo, Dios, por los siglos de los siglos. Amén.Dales,
Señor, el descanso eterno. Brille para ellos la luz perpetua. Descansen en paz. Amén.
María, Madre de Dios, y Madre de misericordia, ruega por nosotros y por todos los que han muerto
en el regazo del Señor. Amén.
Fuente: https://www.santopedia.com/ , corazones.org,-
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