En Roma, san Víctor I, papa, africano de nacimiento, que fijó para todas las Iglesias la celebración
de la fiesta de Pascua en el domingo que sigue inmediatamente a la Pascua judía (c. 200).
Natural de África. Hijo de Félix. Sucedió a san Eleuterio en el 189. Será el primer papa que afirme la existencia de
un magisterio moral del obispado de Roma sobre los otros obispados de la Iglesia y comienza a sustituir el griego
utilizado en la liturgia por el latín, aunque la misa seguirá celebrándose en griego hasta el año 230.
Durante su pontificado, Víctor sentó las bases para la celebración de los concilios al ordenar a los obispos del orbe
cristiano que se reunieran en sínodos para considerar -confiaba él- la condena de la celebración de la Pascua según
la costumbre judía que la celebraba el día 14 del mes de Nisán aunque no coincidiera en domingo.
Los obispos de Asia Menor, encabezados por Polícrates obispo de Éfeso, rehusaron abandonar la práctica que, según ellos y tal y como le expresó Polícrates al papa en una carta
que le envió hacia 190 D.d J.C., esta práctica, conocida como “cuartodecimal” fue la de los apóstoles Felipe y Juan, y la de los santos Policarpo de Esmirna y Melitón de Sardes.
Como respuesta, Victor envió una carta a los obispos declarando excluidos de la comunión a las iglesias de Asia. Esta decisión trajo un gran revuelo entre los obispos. Entonces
intervino san Ireneo de Lyon y, después de afirmar que él personalmente mantenía el domingo para la celebración de la Pascua, le rogaba al Papa Víctor a seguir la posición de
sus predecesores y que aceptara la duplicidad de costumbre.
Parece ser que Víctor quiso imponer su voluntad sobre la celebración dominical de la Pascua, pues Blasto, que era un fuerte defensor de la práctica cuartodecimal se separó de
la Iglesia creando un cisma.